Marlaska sólo permite a los guardias civiles tatuajes como el que él lleva en el antebrazo
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lleva en su antebrazo y muy próximo a su muñeca un tatuaje tipo tribal que, casualmente, sí encaja dentro de lo permitido por el nuevo reglamento antitatuajes que tiene previsto aplicar a los agentes de la Guardia Civil. Una norma muy polémica que les obligará a borrarse, mediante una intervención pagada por ellos mismos, aquéllos que sean visibles en manos o cabeza. Tienen un año para hacerlo y, si no cumplen, serán expulsados del cuerpo.
«Usted me da pena y miedo». Esas palabras, pronunciadas en el Congreso de los Diputados por Cayetana Álvarez de Toledo iban dirigidas al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. En aquel momento, junio de 2020, Interior había destituido al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos por negarse a colaborar con el Gobierno y compartir información sobre la causa judicial secreta del 8M. Pero muy pocos entendieron el origen de aquellas palabras de Álvarez de Toledo más allá de su significado literal. «Ni pena ni miedo» es el lema que el ministro Marlaska lleva tatuado en su muñeca derecha, acompañado de un dibujo tribal que rodea todo el antebrazo.
Quienes más recuerdan estos días la presencia de esa marca de tinta en la muñeca del ministro son, precisamente, los agentes de la Guardia Civil que actualmente esperan por el dictamen final del Consejo de Estado sobre la nueva normativa de uniformidad del cuerpo. Un reglamento impulsado por Marlaska que les obligará a un buen número de ellos a borrarse de la piel sus tatuajes: aquellos visibles en mano, cuello o cabeza con el uso del uniforme oficial.
Sorprendentemente, la norma de Marlaska contempla la posibilidad de mantener aquellos tatuajes que, aun llevando uniforme oficial, sean visibles. Por ejemplo, los situados en el antebrazo o muñeca, que quedan a la vista cuando el agente lleve el polo del uniforme de verano. Curiosamente, el ministro salva los tatuajes como el que él mismo lleva.
La normativa, que Marlaska trató de sacar adelante en 2018 pero que dejó aparcada por falta de consenso y por la polémica interna que generó, fue recuperada este 2021. El ministro cambió el plazo de tres meses que daba en 2018 por el de un año que incluye la redacción actual: pasados esos doce meses desde la entrada en vigor del real decreto, el que siga llevando tatuajes visibles será expulsado fulminantemente del cuerpo.
Pleitearán contra Marlaska
Lo advierten desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), cuyos servicios jurídicos admiten que «si el Real Decreto que se publique en el BOE obliga a los compañeros a someterse a una intervención para quitar el tatuaje, recurriremos». Están dispuestos a llegar hasta el final en caso de que Grande-Marlaska mantenga la redacción de la norma que envió para su consulta al Consejo de Estado.
Esas intervenciones, que deberán pagar de su propio bolsillo, se basan en técnicas como el borrado láser o la dermoabrasión (la eliminación se realiza mediante un lijado de la piel).
La normativa prohibirá, además, todo tipo de tatuajes si incluyen expresiones o imágenes «contrarias a los valores constitucionales, autoridades o virtudes militares». Además, se prohíbe cualquier marca en la piel que contenga»motivos obscenos o inciten a discriminaciones de tipo sexual, racial, étnico o religioso, o inciten al odio».